Hoy os voy a relatar cómo me las apañé para poder tener
mi propio kayak a motor. Todos los amantes del kayak hemos visto algún que otro
vídeo de kayaks a motor, y siempre nos hemos imaginado nuestro kayak con un
motorcillo. Antes que nada tengo que decir que ponerle un motor a un kayak le
quita un poco la esencia al kayak, bajo mi punto de vista. Un kayak es la
mínima expresión de embarcación que existe, lo más simple, y añadir un motor no
hace más que convertirlo en una barca pequeña y estrecha.
Dejando todo lo anterior a un lado, decidí ponerle un
motor de fueraborda a uno de mis kayaks autovaciables por la comodidad que supone disponer de un motor. Un kayak a motor es una herramienta excepcional
para la pesca al curricán, o para la pesca con fluixa aquí en Mallorca. El motor
es eléctrico, por lo que es extremadamente silencioso y beneficioso también
para la pesca. Además, viene muy bien cuando quieres irte con la parienta a un
rinconcito virgen de la costa, un kayak a motor es la respuesta perfecta ante
un “ay cariño, es que no me apetece remar”.
Una vez decidido el asunto, me puse manos a la obra.
Decidí ponerle el motor a mi Ocean Kayak Malibu two XL, un kayak doble muy
estable que me permitía llevar a un acompañante y equipaje básico. El principal
escollo era encontrar el soporte ideal para fijar el motor de fueraborda al
kayak. Existen kayaks en el mercado en los que puedes comprar un soporte para
motor diseñado exclusivamente para dichos kayaks, pero no era mi caso. Así que
tuve que despertar mi instinto de diseñador industrial para encontrar una
solución.
Como normal general, no se debe agujerear un kayak si no
es estrictamente necesario. Por lo tanto, en el diseño de la estructura de
soporte decidí emplear unos agujeros que ya estaban hechos de fábrica para
instalar unas cuerdas elásticas para llevar trastos. La idea era crear una
estructura que pudiese contener la batería (ya que el motor iba a ser
eléctrico, tiene que ir con una batería) y, a su vez, aprovechar un lateral de
dicha estructura para poder anclar el motor.
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A base de escuadras inoxidables y tableros fenólicos (que aguantan muy bien la humedad pero no son marinos), creé la estructura, más fuerte que el vinagre. Dentro de la estructura iría una caja de plástico en la cual iría la batería. A través de unos agujeros hechos previamente a la caja de plástico, se pasan los cables exteriores para conectar la batería al motor eléctrico. En la parte de la estructura que se iba a colocar el motor, le instalé una placa antideslizante de acero inoxidable para que el agarre del motor a la estructura fuera más potente. Esta placa la saqué de una Zodiac reventada que había en la bahía del puerto de Sóller durante casi todo el invierno. Viendo que se estuvo pudriendo todo el invierno y no llegaban a retirarla, yo me ocupé de desmantelar algunas piezas interesantes. Aquí todo se recicla.
Una vez probado el SuperMotorKayak, decir que la
velocidad no es de vértigo, pero empuja bastante bien. La autonomía de mi
batería no la he llegado a utilizar al máximo, pero un día llegué a usarla
durante casi dos horas y no llegué a acabarla. También he remolcado a otro
kayak y apenas se ha notado en el rendimiento. Tengo que decir que ir por el
mar con un kayak a motor es bastante resultón. Los dueños de los yates que me
voy cruzando por el mar se quedan flipando cuando me ven con el kayak a motor.
Además a mí siempre me gusta, además de saludarles, gritarles: “Spanish
technology!!!” y ya se descojonan.
En resumen, ir con un kayak a motor es otra manera de
disfrutar del mar o de la pesca, además no es contaminante y bastante barato,
ya que a diferencia de una barca, no tienes que pagar amarre en puerto, seguro,
licencia, etc. Aquí os dejo una foto de un sitio guapísimo para bañarse y
bucear donde fuimos con el kayak a motor. A un lado está el Ferrari de los
mares, al otro lado Anita ¿Con cuál me quedo? ¡Me quedo con ambos!
Aquí os dejo también el vídeo del primer día que lo probé, un saludo de los amigos del mar TRALARÍ TRALARÁ
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